¿Designio o descarte?

 

Jorge G. Castañeda

 

La sucesión presidencial es el rito priista por excelencia. Quienes participan en él, ya sea como aspirantes, ya sea como factótum, se vanaglorian con algo de razón de esta única contribución mexicana a la ciencia política universal. Hasta el año 2000, en el momento en que escogía, solo y sin restricciones mayores, al ganador entre los jugadores, el mandatario saliente alcanzaba la cúspide de su gloria. Nada añoran los priistas como la época de oro del dedazo, aunque ya solo sea para contender, sin la certeza de vencer.

 En La Herencia, traté de establecer una simple —para algunos, simplista— taxonomía de las sucesiones entre 1964 y 1994: por descarte o por designio. Echeverría, De la Madrid y Zedillo fueron por descarte; Díaz Ordaz, López Portillo, Salinas y Colosio por designio. En 2000, Labastida lo fue por descarte, después de los candados impuestos a Zedillo por la rebelión priista; en 2006 y 2012, no habiendo presidente priista, no hubo sucesión como Dios manda; en 2018, sí. Peña Nieto puede optar por cualquiera de las dos vías mencionadas. Algunos comentócratas piensan que al incluir a Meade, Nuño y hasta Calzada en la baraja ya escogió el camino del descarte: el candidato del PRI será el que sobreviva, el que haga mejor las cosas —incluyendo mostrar la mayor lealtad—, el que las circunstancias aconsejen y, en la nueva era, pos-2000, el que posea las mayores posibilidades de ganar la elección. Discrepo de esta interpretación. Creo que EPN va a seguir la ruta de su héroe y modelo, Adolfo López Mateos, quien nunca tuvo más candidato que Díaz Ordaz: ni Benito Coquet, ni Ortiz Mena, ni Donato Miranda, aunque éstos, y algunos más, sirvieron para despistar. Peña ha tenido siempre, tiene hoy, y tendrá mañana, un único candidato, por cuya sobrevivencia está dispuesto a pagar el precio que sea; todo lo demás es littérature, diría Borges. Los cambios de gabinete, la cargada con Beltrones, las pasarelas y los pastoreos son cortinas de humo. Si no se acaba el mundo, a pesar del pésimo desempeño de la economía, de las previsiones equivocadas, de las medias verdades sobre la incidencia relativa del factor interno y externo en el aletargamiento económico, de la depreciación del peso y de la apreciación de la casa de Malinalco y de sus obras de arte, el candidato de EPN será Videgaray. Si le atino, se lo recordaré a los lectores; si me equivoco, espero que no se acuerden.

 

 


 

 


El PRI y los niños

 

 
Jorge G. Castañeda

 

 

Con la prensa mexicana siempre es difícil determinar qué es humor involuntario, mentira o simple incomprensión de un tema por parte de reporteros mal pagados. Me he preguntado con frecuencia si Monsiváis realmente citaba pasajes absurdos de diversas publicaciones en su ingenioso pero repetitivo Por mi madre bohemios, o si sencillamente los inventaba.

Como prenda, baste este botón de Reforma, el 22 de agosto: “Los legisladores del grupo parlamentario deberán abstenerse de recibir cualquier tipo de soborno y apoyo que pudiera comprometer su participación y/o el sentido de su voto”, establece el reglamento interno de la bancada tricolor... Las nuevas normas, aprobadas en la plenaria de la fracción, también prohíben a los diputados hacer uso de recursos materiales o humanos de la bancada para fines personales. Además, están obligados a propiciar una imagen pública “positiva y que prestigie” sus funciones como legisladores. “Deben mostrar conductas y actitudes éticas, democráticas, actuando con honestidad, transparencia y compromiso”. Según las disposiciones, los diputados “no deben ser faltistas, impuntuales, desleales o ineficaces”.

Supongo que el priista que redactó las “nuevas normas” no comprendía lo que hacía, ni tendrá respuestas a algunas preguntas. Por ejemplo: ¿cómo eran las “viejas normas”? ¿Cómo son las “actitudes y conductas” “no-éticas” o “no-democráticas”? ¿Cómo son los diputados “eficaces” y “leales”? ¿Realmente es necesario prohibir explícitamente y por escrito la mordida y la venta de votos? Lo ahora prohibido, ¿antes eran usos y costumbres permitidos? Pero lo más chistoso yace en el subtexto, en el chip priista del cual emana. Se parece un poco a las perlas de Virgilio Andrade y de todo el gobierno. Basta con que un reglamento, o una ley, o la Constitución diga, propugne o prohíba algo para que suceda o deje de suceder. Si el reglamento dice que los diputados no deberán aceptar sobornos, no lo harán. Si las leyes de adjudicaciones y responsabilidades dicen que los funcionarios no deben otorgar contratos en ámbitos donde tengan, podrían tener o hayan tenido intereses, no lo harán; la prueba de su inocencia reside en lo que dice la ley. Y si la Constitución dice que la vivienda (o la salud, o la educación, o la felicidad) es derecho de todos los mexicanos, lo es. Qué daría uno por ser niño de nuevo, o por lo menos priista.

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 


 

¿Temen un túnel del 'Chapo' para Elba?

 

Jorge G. Castañeda

 

En estos días, se supone, el juez encargado del caso deberá decidir si le otorga a Elba Esther Gordillo el arresto domiciliario al que tiene derecho al cumplir 70 años. La ex lideresa del SNTE también buscaba volver a su casa por razones de salud; ante la imposibilidad de que los peritos acudieran a las audiencias, su abogado desistió de esa gestión y concentró los esfuerzos en el tema de la edad. Lo único cierto que ha dicho la PGR en este asunto es que es una decisión discrecional del juez. Todo el mundo tiene derecho a pedir la detención domiciliaria por motivos de edad, pero los jueces no están obligados a otorgarla, sobre todo si hay, o bien un riesgo de fuga, o peligro para la sociedad. La PGR ha invocado una de las dos: el riesgo de fuga, diciendo, uno, que se puede fugar y, dos, que vive en EU, y, por tanto, donde quedaría arrestada domiciliariamente sería en EU, supongo que en San Diego.

Uno puede preguntarse cómo llegó el gobierno del presidente Peña Nieto a una situación tan aberrante de mantener a Elba Esther en prisión —aunque sea un hospital— con semejantes argumentos absurdos. En el país del Chapo invocar el peligro de la fuga de Elba Esther de su casa es ridículo, a menos de que ella convenciera a éste que cavara un túnel desde Bosques de Santa Fe hasta Coronado, en San Diego; ese sí, un túnel a la altura del talento del Chapo. Pero que la procuraduría invoque el peligro de fuga es realmente el burro hablando de orejas. La otra razón a saber, que vive en EU, es aún más idiota. Es cierto que la última noche que pasó en libertad Elba Esther estuvo en su casa de Coronado, pero no ha tenido nunca la residencia permanente y, en todo caso, de ser residente no podría acusársele tan fácilmente de evasión fiscal en México. Sería el gobierno de EU quien la perseguiría por dicha evasión, ya que su domicilio fiscal según EU estaría en EU.

El problema en realidad es muy sencillo. El gobierno no ha podido montar su caso: han transcurrido dos años y medio sin que pueda llegar a una sentencia ni por lavado de dinero y asociación delictuosa, ni por evasión fiscal. Pero, por otro lado, parece muy cuesta arriba pensar que después de la fuga —es así— del Chapo, pueda el gobierno liberar a su otra presa preciosa: la ex líder del SNTE. No hay buenas salidas de este atolladero para el gobierno porque no hubo una buena entrada: la decisión política de descabezar al SNTE por razones políticas. Lo que empieza mal va a acabar mal. Vuelvo a la tesis aquí expuesta hace unas semanas: hay por lo menos una presa política y dos desterrados políticos en México hoy: Elba Esther Gordillo, Marcelo Ebrard y Gastón Azcárraga.

 


 

 

 

 

 

 


 
 
 
Cicig en México: Cicim

 

 
Jorge G. Castañeda

 

En 2006, la ONU y Guatemala crearon una institución llamada Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig). Financiada originalmente por la Unión Europea y otros países incluyendo a México, su propósito fue coadyuvar al Ministerio Público en la investigación y juicio, según sus términos de referencia, “de los delitos cometidos por integrantes de los cuerpos ilegales de seguridad... como en general en las acciones que tiendan al desmantelamiento de estos grupos... (para) fortalecer a las instituciones del sector Justicia para que puedan continuar enfrentando a estos grupos ilegales en el futuro”. Con el tiempo, la Cicig vivió una metamorfosis: se concentró más en temas de corrupción gubernamental.

 En 2015 pasó a ocupar las primeras planas de los diarios por sus acciones dirigidas contra el presidente Pérez Molina, diversos miembros de su gabinete, escándalos en el Seguro Social y contra la vicepresidenta, quien debió renunciar. Con sus 400 funcionarios extranjeros, trabajando directamente con el MP; con un nuevo comisionado colombiano vigoroso; con recursos suficientes, la Cicig se ha convertido en un potente instrumento de lucha contra uno de los peores maleficios padecidos por ese país.

 De acuerdo con un artículo en el número de esta semana de The Economist (el último antes de venderse a un grupo japonés), el ejemplo empieza a cundir en una especie de primavera centroamericana, por lo menos en lo que a la corrupción concierne. En Honduras y en El Salvador, donde la corrupción no es menor que Guatemala, hay resistencias a una Cicih o una Cicies, pero ha brotado también una creciente protesta social frente a abusos de derechos humanos antes, y de corrupción ahora. El tema de soberanía preocupa a algunos, más con el gobierno de izquierda del FMLN en El Salvador que a Juan Orlando Hernández en Honduras, pero a los manifestantes en las calles menos.

Las sociedades centroamericanas están acostumbradas a una cooperación internacional injerencista en materia de acuerdos de paz y de respeto a los derechos humanos. Lo de la corrupción es nuevo, pero muchos le dan la bienvenida. Se trata de países con instituciones débiles, desde luego. Pero en materia de violaciones a los derechos humanos y de corrupción, en México no cantamos mal las rancheras. ¿No nos convendría una Cicim? Como nos contó a Rubén Aguilar y a mí hace unos días un alto funcionario del gobierno chapín: “Duele reconocer que somos incapaces de limpiar la casa nosotros. Pero mejor que lo haga alguien a que no lo haga nadie.”

 

 

 

 


 

 

 

 
Imagen/cicig.org


 

 
 
 
 
El minipeso de un largo otoño

 

Jorge G. Castañeda

 

La caída del peso posee varios orígenes, y el gobierno tiene bastante razón en afirmar que se debe de manera primordial a factores externos: antes, el desplome de los precios del petróleo; luego, la incertidumbre sobre el alza de las tasas de interés en Estados Unidos; ahora la devaluación del yuan. También es cierto que más allá del malestar que puede causar la depreciación en las familias de clase media que deberán pagar más por sus vacaciones en Orlando, la tendencia favorece a varios agentes económicos —los exportadores, la industria turística, los hogares que reciben remesas, los que debemos en pesos y ganamos en dólares, etcétera— y su desventaja primordial —la inflación llamada de pass-through— no se ha manifestado.

 

Todo esto es cierto, hasta cierto punto. El propio Agustín Carstens ya reconoce que hay traspaso inflacionario en bienes durables; de seguir cayendo el peso, el riesgo de su extensión a otros sectores de la economía crecerá. Pero sobre todo, existe una explicación alternativa —quizás complementaria— del descenso en el valor de nuestra moneda. La leí en una columna reciente de Joel Martínez en Reforma; vale la pena reproducir las principales tesis.

 

Según él, hasta 2014 el déficit de la cuenta corriente se financiaba con el superávit en la cuenta de capital, incrementándose así las reservas de Banxico. Solo que en el primer trimestre de 2015, el déficit aumentó ligeramente, alcanzando 9.4 mil millones de dólares, pero la entrada de capitales en diversas expresiones sumó solo 7.4 mil millones, cerca de la mitad de 2014. A ese ritmo, el faltante de divisas llegaría a unos diez mil millones de dólares para todo el año: muy poco en comparación con los casi 200 mil millones de reservas, pero mucho en relación con los dos años anteriores.

 

Concluye el analista: “El Fracaso de la Ronda Uno marcó la salida de una corrida contra el peso: no habrá grandes entradas de inversión extranjera a corto plazo. Será necesaria más devaluación para achicar el déficit en cuenta corriente mientras no haya sobrantes en la cuenta de capitales.” No sé si tenga razón en cuanto a la contribución de este factor a la caída del peso. Agrego otro, para mediados de septiembre: si Obama logra el no rechazo por el Congreso de EU a su acuerdo con Irán y se levantan las sanciones contra los ayatolas de Teherán, el precio del petróleo bajará aún más; aunque no incida mayormente en estas cuentas, sí lo hace en las expectativas de inversión. Se viene un largo otoño.

 

 

 

www.observadorciudadano.com

 

 


Cámaras en Tanhuato

 

Jorge G. Castañeda

 

La semana pasada, Carlos Loret de Mola informó en su columna de El Universal que había podido leer el peritaje del Ministerio Público sobre la hecatombe de Tanhuato, donde murieron 42 presuntos sicarios o delincuentes y falleció un policía federal. Desde que aparecieron las primeras noticias relativas a este enfrentamiento, muchos pusimos en duda la versión oficial sosteniendo que parecía inverosímil, por más ineptos que fueran los presuntos criminales y por mejor entrenados que fueran los policías federales, no cuadraban las cuentas: 42 versus 1. Invocamos los llamados índices de letalidad que, como lo demostró Catalina Pérez Correa desde hace tres años en Nexos y de nuevo en el número de julio, simplemente no resultan creíbles en México.

La versión oficial fue mantenida hasta hace unos días; después de la columna de Loret de Mola, Carlos Puig reveló que él había buscado información de la PGR al respecto, no obtuvo respuesta.

Cito el texto de Loret de Mola: “A dos meses de distancia el MP ha concluido los peritajes de este episodio y contradice lo difundido por la Comisión Nacional de Seguridad y la Policía Federal. Más de 70 por ciento de las víctimas aparece con el tiro de gracia en la nuca. Las necropsias arrojaron que incluso uno de los cadáveres no presentaba impacto de bala y que habría sido matado a golpes. Se concluye que los cuerpos fueron movidos y las armas con las que fueron encontrados en realidad se las sembraron, al grado que a varias de ellas les encajaron cargadores que no son del mismo modelo y no hubieran podido ser accionadas en combate... El peritaje, al que tuve acceso, concluye que el enfrentamiento sucedió entre las 4 y las 5 de la mañana y fue hasta horas después que la PF dio aviso”.

 Este peritaje es cierto, o no. Si lo es, nos encontramos frente al mayor crimen de Estado en muchos años en México. Si no lo es, resulta relativamente fácil para las autoridades desmentirlo y divulgar el verdadero. No pueden seguir existiendo dudas sobre asuntos a la vez trágicos y sencillos: murieron 43 personas y no sabemos por qué. Una primera solución hacia el futuro podría ser la que comienza a ponerse en práctica en EU; en México podría hacerse por fuerzas federales: quien está al mando de una operación de este tipo lleve una cámara y filme lo que está sucediendo, especialmente si se trata de un operativo en helicóptero o en transportes blindados. Así dejaríamos de especular, y la autoridad dejaría de defender lo indefendible
 
 
 
 
 
 
 


 
 
 
Trump y la temporada de tontos

 



 
Jorge G. Castañeda
Esta noche será el primer debate en EU entre los precandidatos republicanos a la Presidencia. La estrella del espectáculo será Donald Trump, ya sea por las barbaridades que diga, ya sea porque sorprenda y pueda contenerse. El problema no es lo que dice Trump. El daño que causa es, por un lado, el efecto que surte sobre los demás candidatos republicanos y demócratas en la contienda presidencial, y por otro, aquello que refleja de un sector importante de la sociedad norteamericana. Aunque algunos de los demás aspirantes republicanos, incluso políticos archiconservadores, se han deslindado de Trump en temas como la migración, el cambio climático, el acuerdo con Irán y el proyecto educativo estadunidense, la mayoría o bien se alinean con él, o se rehúsan a rechazarlo. Eso hace que el centro de gravedad de las posturas políticas del Partido Republicano se muevan de manera significativa hacia la derecha; y esa postura será el punto a partir del cual quien resulte candidato de ese partido tenga que regresar hacia el centro. Entre más se aleje del centro, más difícil le resultará volver. Pero quien ocupe la candidatura del Partido Demócrata tendrá que tomar en cuenta el extremismo de su adversario, sobre todo en estos temas, pero también ante cualquier sorpresa que pueda surgir durante la campaña, es decir, entre agosto y noviembre de 2016. Ya la revista The Economist imaginaba un paisaje sorprendente para Hillary Clinton el año entrante: el derrumbe del régimen cubano y un nuevo éxodo masivo de la isla a Florida, como el que hubo en 1980. Por supuesto, se trata de pura fantasía, al igual que podríamos imaginar un nuevo éxodo de niños centroamericanos llegando a la frontera de México con EU y siendo ahí objeto de todo tipo de vejaciones y discusiones entre los candidatos. El peligro que representa Trump no reside en sus posibilidades de ser el candidato o de alcanzar la Presidencia. Consiste en su amenaza latente pero cada día más verosímil de contender como candidato de un tercer partido, arrebatándole una enorme cantidad de votos al aspirante republicano y entregando la presidencia de nuevo al Partido Demócrata. Para evitar eso, el Partido Republicano deberá negociar con Trump. Negociar con él implica aceptar sus peores imbecilidades. Quizás valdría la pena que el gobierno de México le explique a la sociedad mexicana de qué se trata todo esto, ya que nos vamos a ver bombardeados desde ahora con todo tipo de estulticias de lo que los norteamericanos llaman the silly season.
 
 
 
 
 
 
 


Se despide el que sustituyó al despedido

 

 
 
Jorge G. Castañeda 

La semana pasada se despidió de México Tony Wayne, embajador de Estados Unidos en nuestro país desde 2011 y sucesor del defenestrado y querible Carlos Pascual. A diferencia de Pascual, expulsado de México por Felipe Calderón debido a consideraciones que van de lo mezquino a lo peligroso, Wayne fue condecorado por el Secretario de Relaciones con el Águila Azteca, recibido por Peña Nieto y festejado en la cancillería. Su gestión fue celebrada por muchos, los mismos que deploraron la de Pascual, y fue incluso elevada al rango de modelo de diplomacia; por ejemplo, por Jorge Chabat, uno de los internacionalistas más perspicaces de la academia y comentocracia mexicanas.

 

Chabat afirma que... “Ha sido muy eficaz en su labor, sin atraer los reflectores, manteniendo siempre un bajo perfil, es lo que debe de hacer un embajador. Nunca se caracterizó por (asumir) alguna posición polémica ni por declaraciones escandalosas”.

 

En ocasiones esta actitud es positiva, pero en general el mejor embajador es el que cumple con las instrucciones de sus jefes: el secretario y el Presidente, en México y en China. Hay pésimos embajadores de bajo perfil, cuya misión no consiste en agazaparse, sino en abogar de manera abierta y vigorosa por los intereses de su país. Los mejores ejemplos han sido casi siempre los enviados de Israel en EU.

 

Wayne —con quien sostuve una relación amigable y constante— huía de los reflectores y de las actividades sociales, pero también de la claridad y contundencia de los mensajes públicos y privados. Si El Chapo fue capturado en parte gracias a la cooperación norteamericana, se fugó en parte gracias a omisiones o descuidos  norteamericanos, productos de esa discreción diplomática. Si el gobierno de EPN sigue sin dimensionar la magnitud del desastre que enfrenta en materia de derechos humanos a escala internacional, es en parte porque Washington, a través del silencio de su embajada aquí, no dice en voz alta lo que sabe muy bien y expresa repetidamente en privado.

 

Pascual decía verdades en sus cables (en parte por eso lo corrió Calderón), en sus conversaciones y en público. En ocasiones se le pasaba la mano, como a muchas personas dotadas de una inteligencia fuera de lo común y de una personalidad enérgica. A Wayne casi nunca se le pasó la mano, ni siquiera cuando el gobierno de México mentía descaradamente: por ejemplo, el número de estudiantes mexicanos en EU, tabulado mediante el número de visas expedidas. Me quedo con el alto perfil de Pascual en lugar de la diplomacia decimonónica de mi colega Chabat.