Visita
papal: Vaticano vs SJ
Jorge G. Castañeda
Nos
encontramos a escasos 12 días de la llegada de Francisco I a México, donde
permanecerá durante cinco días. Aunque algunas encuestas sugieren, por
adelantado, que su visita no ha despertado el mismo entusiasmo que las de Juan
Pablo II, tengo la impresión que eso cambiará conforme se aproxime su arribo y,
sobre todo, a lo largo de su estancia.
Lo que sí parece distinguir a esta visita
papal de las anteriores es que en esta ocasión algo está en juego. No como en
Polonia, Chile o Nicaragua en los años 80; ni tampoco a propósito de los viajes
de dos papas a La Habana, pero sí en mayor medida que en todas las de Juan
Pablo y la de Benedicto. Esta vez sí importará políticamente lo que diga —o no
diga— Francisco, y cada quien le apuesta según sus intereses y predilecciones.
El gobierno
de Peña Nieto, un poco como el de Salinas a principios de los 90, espera un
espaldarazo político y electoral del Vaticano. Hay elecciones en Chihuahua,
donde irá el papa, y en 11 estados más donde se televisará su visita 24 horas
al día. Lo ideal para el régimen sería que el viajero se limite a
pronunciamientos pastorales, en su caso a algunos temas sociales abstractos (la
migración o el cambio climático), y en el peor de los casos, a hablar de
asuntos delicados, pero que siempre podrán ser referidos a otros países (por
ejemplo el maltrato a migrantes). En el mejor de los casos, hasta podría apoyar
la causa peñista de la prohibición de la mariguana, en incluso la guerra del
narco. No es una apuesta absurda.
Muchos
otros sectores guardan la esperanza de discursos sustantivos y vigorosos del
arzobispo de Roma sobre temas mexicanos controvertidos como las violaciones a
los derechos humanos, la corrupción y la violencia. Se entusiasman con
pronunciamientos importantes —en ocasiones improvisados— de Francisco en otras
giras, o esperan gestos emblemáticos e iconoclastas, como lo sería un encuentro
con los padres de los 43 de Ayotzinapa.
Hay muchas
cosas de las que sé poco, pero en materia religiosa o de comportamiento del
Vaticano mi ignorancia es mayúscula. De los jesuitas sé un poco más, por haber
conocido a muchos, y haber leído algo. Si en la visita papal la diplomacia del
Vaticano es colocada en el puesto de mando, tendrá razón el gobierno, y
Francisco le brindará un soplo de aire fresco a una administración pasmada. En
cambio, si los antecedentes jesuitas de Jorge Bergoglio se imponen, los
críticos y adversarios de EPN saldrán fortalecidos. Yo le apostaría a la
Catedral de San Pedro sobre la Compañía de Jesús.
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