Francisco, Richelieu y la razón de Estado
Jorge G. Castañeda
Vino el papa y se fue,
suscitando el entusiasmo de muchos, los comentarios de quienes nos ocupamos de
eso, y la atención de todos. Cada quien puede sacar sus conclusiones sobre el
marcador. Van las mías.
Al gobierno le salió barato
el asunto . Puede celebrar un gran éxito. Quien haya negociado los términos
sustantivos de la visita de Francisco I por parte del equipo de EPN lo hizo muy
bien. No recibió a los padres de Ayotzinapa, no mencionó el episodio, no se
refirió a ningún otro caso específico de violaciones a derechos humanos, y no
habló públicamente del tema como un problema en México ni de México. Chapeau
Peña Nieto.
Tampoco se adentró en el
tema de la corrupción. Hubiera sido imposible que mencionara casos
emblemáticos, pero sí era factible que ubicara este flagelo y el de la
impunidad en el contexto latinoamericano. Podía hablar de su país, Brasil,
Chile, Guatemala, Honduras, Panamá y México como lugares donde quizás siempre
haya estado presente el fenómeno, pero donde ahora las sociedades lo toleran
menos. Podía no referirse a la corrupción en términos tan generales que le
permitiera a la clase política desentenderse de sus proclamas: "Es
terrible la corrupción en el mundo; ¡que bueno que no se refirió a
nosotros!". De nuevo, un 10 para EPN.
Condenar la violencia para
atribuirle toda al narco equivale a hacer caso omiso de la responsabilidad del
Estado. Hubo una decisión de Estado de declarar la guerra; hubo participación
de Estado, a través de fuerzas de seguridad carentes de la capacidad para
librar esa guerra. Y hubo una corresponsabilidad de Estado —de los poderes Judicial
y Legislativo federales, y de los estatales y municipales— por aceptar esa
guerra. No se trata de que los jóvenes no se vuelvan sicarios, ni que los
narcos dejen de ser malos. Se trata de un incremento bestial de la violencia
desde 2008 comoresultado de una política de Estado, aunque los autores
materiales de esa violencia sean narcos y sicarios. Por último, Francisco I
habló en Juárez del maltrato a migrantes, pero en abstracto. No citó las
deportaciones de Obama o los muros de Trump ni las deportaciones de
centroamericanos de EPN.
Tal vez ignoraba que en 2015
México deportó a más centroamericanos que EU; y que casi deportamos a más
migrantes en el sur, que los mexicanos que ellos deportan en el norte. ¿Era
deseable y factible que hablara de todo esto? En mi opinión, lo primero sí, lo
segundo por supuesto que no. Los momentos emotivos de la visita —en los
hospitales, la cárcel, las calles, las iglesias— son memorables. Los silencios,
también. Un cardenal de renombre, Armand Jean du Plessis, mejor conocido como
Richelieu, reinventó la razón de Estado en el siglo 17. San Ignacio de Loyola
fundó la Compañía de Jesús poco menos de un siglo antes del encumbramiento del
francés y de su idea. Pero nadie como los jesuitas la han entendido.
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