Dos rectificaciones, dos
Jorge G. Castañeda
Ha sido una semana de
rectificaciones del gobierno de Peña Nieto. El "sí pero" es mezquino
y contraproducente, ya que inhibe correcciones futuras bajo el argumento de
"¿para qué, si igual nos critican?". La única reserva ante los dos
ajustes de rumbo descritos a continuación consiste en su negación por parte de
sus autores: siempre dijimos lo mismo. No importa.
El primero se halla en el
discurso de Osorio Chong en Saltillo sobre la guerra del narco y la
legalización de la mariguana. Dijo: "Conocemos el alto precio que trajo
consigo la mal llamada guerra contra las drogas... Se partió de un diagnóstico
equivocado y de una estrategia mal diseñada que generó una escalada de
violencia sin precedente... Resulta necesario distinguir entre los daños que
causan las drogas, y los daños que causan las políticas de drogas
equivocadas... Por eso hay que preguntarnos qué esquemas debemos adoptar para
reducir el consumo, por un lado, y por otro, para debilitar el poder económico
de la delincuencia organizada asociada a su producción y distribución... Habría
que responder cuáles son las implicaciones de regular o no la mariguana, de
cara al mercado norteamericano, cuyo marco normativo está cambiando. Es decir,
aunado a la demanda que existe aquí en México, debemos tomar en cuenta lo que
pasa al norte de nuestra frontera, donde se concentra el 25 por ciento de la
demanda de drogas ilícitas en el mundo... Debemos... definir con precisión
cuáles son los costos del modelo actual, y cuáles serían los costos de un
esquema de legalización". Por fin se acepta que la guerra de Calderón fue
un error, que produjo la violencia en lugar de ser producto de la violencia, y
que la regulación/despenalización/legalización debe ser evaluada a la luz de
las alternativas, no de un imperativo moral o un ideal inexistente. Me doy por
bien servido, aunque a pesar de este avance el gobierno se va a limitar a
legalizar el uso terapéutico de la mariguana con causales restrictivos, y a
aumentar el gramaje permitido, haciendo caso omiso del fallo de la Corte.
Lástima.
La segunda rectificación abarca el tema de
Trump. Peña Nieto ya se pronunció tal y como muchos habían (habíamos) sugerido:
en voz del Presidente, mencionando a Trump por su nombre, sin eufemismos, y
señalando que sus dichos ofenden a los mexicanos y pueden dañar las relaciones
bilaterales. Aunque sus declaraciones se hicieron en los medios mexicanos,
revistieron la claridad necesaria para ser captadas en Estados Unidos y el
mundo, recibiendo incluso una mención aprobatoria de The New York Times, coco
de este gobierno. El único defecto: poner en aprietos a los comentócratas que
aplaudían el silencio de EPN, y ahora se verán obligados a aplaudir su
estridencia. Ni modo.