Otra vez Venezuela
Jorge G. Castañeda
Muchos
pensamos que el chavismo venezolano no aceptaría una derrota como la sufrida
hace un mes. Permitiría que la oposición encabezada por Leopoldo López,
Henrique Capriles y María Corina Machado lograra una mayoría relativa en el
Congreso, pero no toleraría una de dos tercios contraria al régimen que mermara
su poder.
Nos
equivocamos y no. Sorprendió la declaración del presidente aceptando los
resultados. Dicha resignación aún es un enigma: unos dicen que el ejército no
quiso prestarse a la manipulación de los mismos; otros que EU chantajeó a los
posibles indiciados, altos jerarcas de las fuerzas armadas, y otros que Maduro
entendió que las consecuencias internacionales de manipular un resultado tan
adverso serían costosas.
Al mismo
tiempo, venezolanos cercanos a la oposición, Moisés Naim y Beatriz Rangel,
advirtieron que una cosa era no maquillar los resultados y otra resignarse ante
una mayoría parlamentaria adversa que sí podrían revertir. Eso ha sucedido.
Maduro, Cabello, el chavismo y los cubanos han decidido tratar de corregir en
el seno de las autoridades electorales, en la Suprema Corte y en otros ámbitos
ajenos al Parlamento, lo que perdieron en las urnas.
El intento
de Maduro de nombrar a los nuevos ministros de la Suprema Corte cuyo periodo
terminaba; la impugnación de varios distritos electorales y de un estado
entero; la negativa de amnistía para liberar a Leopoldo López y demás presos
políticos, y la perseverancia en sus políticas económicas desastrosas muestran
que no existe conciencia dentro del oficialismo de que perdieron la elección.
¿Qué
sucederá ahora frente a este intento? Como antes de las elecciones, dependerá
de la comunidad internacional en su conjunto, y la latinoamericana en
particular. La diferencia en esta ocasión es evidente. En Brasil, Dilma
Rousseff no se encuentra en condiciones de prestarle ayuda a Maduro.
En
Argentina, el cambio de presidente y de línea política internacional ha llevado
a una actitud más democrática por parte del presidente Macri que su antecesora.
Hasta en la OEA la llegada de un nuevo secretario general, Luis Almagro de
Uruguay, ha cambiado el panorama.
En Canadá,
que en la OEA puede ser decisivo, la llegada de un gobierno de centro-izquierda
y a la vez crítico del chavismo, le puede dar mayor protagonismo. La clave se
encuentra en qué harán Chile, Colombia, Perú, Costa Rica y México. Muchos de
estos países prefieren desistir de cualquier enfrentamiento con Caracas y de
tomar partido ante las violaciones a los derechos humanos y/o a la democracia
representativa en Venezuela. Pero algunos ya tienen menos razones para seguir
siendo incondicionales del chavismo. Colombia prácticamente terminó su
negociación con las FARC; Chile podría empezar a entender que la
incondicionalidad frente al chavismo no es una gran idea, y Peña Nieto podría
empezar a inventar una política exterior más allá de la promoción de sus
reformas y la organización de sus giras. Tal vez estamos en vísperas de un
cambio frente al tema venezolano.
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