Tres
Patas de Independientes
Jorge
G. Castañeda
En la discusión —en
ocasiones bizantina— sobre los méritos y los defectos de las candidaturas
independientes, más allá de las agendas políticas personales —tengo la mía: he
sido partidario de las mismas, y he luchado por ellas desde 2003—, a veces se
descuida el paquete en el que deben venir envueltas. En un ensayo publicado en
agosto en Nexos, traté de construir al respecto una estructura de tres patas
—la silla más inestable.
La primera es la agenda
ciudadana: aquellas reformas que quedaron pendientes después de la transición
mexicana, después de los cambios —importantes— de este sexenio, y después
también, en lo particular, de los que propusimos Aguilar Camín y yo desde 2009.
Mencionaba varios, como meros enunciados: la lucha contra la corrupción;
construir un sistema electoral que genere mayorías, permita un reelección
efectiva, dé lugar al referendo en los hechos —no solo en la teoría, para ser
bateado en la práctica—; reducir el número de "pluris" y el
financiamiento público a los partidos y establecer castigos penales por violar
las reglas. Agregaba el tema de la impunidad: no hay disuasivo hacia adelante
si no lo hay hacia atrás. Por último, apunté la necesidad de una agenda en
favor del consumidor, en un país donde todos somos ultrajados por todos, todos
los días.
La segunda pata
correspondía a la organización de la sociedad civil. La nuestra es de las más
débiles y menos organizadas de los países ricos o de ingreso medio.
Financiamiento, facilidades en la deducibilidad fiscal, estímulos de toda
índole, campañas publicitarias: en fin, los mecanismos institucionales son
conocidos porque han sido ensayados en un sinnúmero de países. Sin la
"calle", la agenda esbozada no camina. Y la "calle" no son
necesariamente las marchas —aunque también cuentan—, sino la organización:
redes sociales, medios de comunicación, cabildeo en las cámaras, lazos
internacionales, etcétera.
La tercera pata es la
electoral. Aquí se complica, pero se vuelve interesante. Los escépticos frente
a las candidaturas independientes podrían formularse varias preguntas. Una
agenda de esta naturaleza, ¿es asimilable por un candidato de partido, hoy, en
México? Una vigorosa y crítica sociedad civil, ¿puede acompañar a cualquiera de
los partidos que existen en México, y a tiempo para el 2018? ¿O es más factible
que una candidatura independiente enarbole esa agenda, de la mano de esa
sociedad civil? ¿Hay hoy en el firmamento un candidato partidista a la Presidencia
susceptible de caminar por esta alameda? Piénsenle.
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