¿GIEI=CICIG?
Jorge G. Castañeda
Hasta donde son confiables los
resúmenes de prensa del informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos
Independientes (GIEI), nombrado por la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, invitados y financiados por el gobierno de México y por los familiares
de los desaparecidos de Ayotzinapa, la tragedia se ha vuelto un desastre
investigativo, mediático, político e internacional para el gobierno.
Autoinfligido en una parte, ajeno a su injerencia en otra.
Si entiendo bien, la GIEI descalificó
el informe presentado por el gobierno en varios aspectos. El primero es el
incendio en el basurero de Cocula: su experto concluyó que era imposible
incinerar a 43 cadáveres de la manera en que las autoridades indicaron. El
segundo se refiere a los fundamentos de la versión gubernamental: casi en su
totalidad basada en declaraciones, obtenidas bajo condiciones altamente
sugerentes de tortura. El tercero involucra el descuido y el desaseo de las
evidencias y de la escena del crimen, así como la falta de seriedad en
construir un time-line robusto. El cuarto, quizás el más grave, consiste en la
existencia de un quinto autobús, y una separación de los 43 estudiantes en dos
grupos, sin que nada se sepa al respecto. Por último, el GIEI se pregunta, de
manera elíptica, si la Policía Federal y el Ejército no estaban en condiciones
de evitar lo que fue una masacre.
Confieso que no comprendo cómo alguien como
Jesús Murillo Karam pudo haberse equivocado a este grado. Dije en varias
ocasiones que me parecía el menos peor de los funcionarios de Peña Nieto, y que
su "verdad histórica" se antojaba verosímil. Hoy hay de dos sopas:
resultó falsa o lo es la del GIEI. Concuerdo, por ahora, con la reacción
oficial al informe de los investigadores extranjeros. A diferencia del Papa, de
Juan Méndez sobre la tortura, de las desapariciones forzadas y de los forenses
argentinos, esta vez el gobierno optó por no pelearse. Dijo que considerará sus
recomendaciones, incluyendo la necesidad de un nuevo peritaje sobre el presunto
incendio de Cocula. Da la impresión que por fin Gobernación y Relaciones,
quizás como resultado de los cambios en ambas dependencias, convencieron al
Presidente de no plegarse a las exigencias de las FFAA, salvo en su rechazo a
permitir el encuentro entre la GIEI y los integrantes del 27 Batallón en
Iguala. Algo es algo, pero falta: la rendición de cuentas y la asignación de
responsabilidades de una contraverdad histórica, o de un encubrimiento fallido
—otro más.
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